jueves, 16 de abril de 2009

ONUBA Y RECRE: LA OPINIÓN DEL PRESTIGIOSO HISTORIADOR NACIONAL FÉLIX MARTIALAY

Este es el increible y precioso texto del prólogo que D. Félix Martialay hace para la documentación histórica que aporta Antonio Bálmont en su libro sobre el Onuba FC en el que como hemos comprobado (www.onubafc.com) aclara finalmente que el Recreativo y el Onuba FC fueron legalmente la misma entidad oficializada en 1889.
LA TIMBA DE LA HISTORIA

Pese a no ser jugador de ningún juego de azar tomo el ejemplo de una timba a semejanza de un escritor de serie negra norteamericana. Tahúr con gomas en los antebrazos que, para que no haya trampa ni cartón - al modo como las ligas floreadas mantienen tirantes las medias de las coristas para tornear la verdad de sus muslos mórbidos-, estiren cumplidamente las mangas; el denso humo arremolinado en la lámpara cenital; los doblones metálicos sobre los billetes recién planchados y almidonados; los naipes limpios como cuchillos con colorines que son muelles albaceteños de garantía vitoriana. Que Fournier siempre será Fournier, pese a aquel guardameta españolista y sabadellense de los años 30, a quien no pareció dársele bien eso del juego con bola metaloide.

Todo en silencio tísico hasta que una voz, que suelen calibrar como ronca, aunque muchas veces sea aflautada, graznido de maricuela nerviosa, dice por la comisura –la amplia comisura de los ludópatas de novela- “¡Voy!
Escalofrío de naipes que se niegan a ser abarquillados, trasiego de saliva en gaznates inquietos, entornar de ojos con miradas furtivas a los naipes propios y a los rostros circundantes confiando en alguna confidencia huída de un brillo de pupilas, un tiemblo del labio inferior, un viaje vertical de la nuez, o un cálculo fugitivo en una mirada perdida por ese tenso corro de la patata en el que el “alupé, alupé” se escupe más que se canta.
Eso es lo que hace el historiador futbolístico que adelanta un hallazgo que le sirve de pedestal para una afirmación novísima, del modo como el jugador desliza la carta por el verde de paño en vez del de yerba.

La hora del silencio está cayendo. Ni imprecaciones, ni insultos, ni amenazas sirven.
Ahí están el naipe y la voz. ¡Voy!
No quedan más que dos caminos. Tirar las cartas por carencia de “artillería”, por falta de valor para encarar el riesgo de quedar en ridículo y empobrecido en lo arriesgado, o tener en la mano la baza que, no sólo anula, sino que doblega la audacia de quien ha roto la superficie del lago de la expectación.

Este es el único camino. Lo demás son trinos de jilguero.
Un historiador de prestigio y amplia trayectoria que le avalan, echó sobre el tapete un naipe bajo, no sé si como señuelo de alondras, por precipitación, o por carencia de mayores razones. Dijo un ¡voy! con resonancias onubenses inmediatas que se basaban en una leyenda, transmitida con esa bobalicona insistencia con la que ruedan los bulos o vuelan los asnos.
Rugieron los jugadores, y a los gritos de los afectados por esa carta mínima, pero cortante y molesta, se arremolinó el patio de curiosos y diletantes sin cartas, esperando algo, que no sabían bien qué, desde el brillo de las cabriteras de siete muelles, al ladrido de un mínimo “derringer” bien colgando de las mangas abullonadas del tahúr, bien prendido en la liga de la corista sofaldada por quien había dejado caer ese dos de corazones.

Yo, habitual de timbas históricas, pero de mirón en aquel envite, sugerí el silencio reflexivo. Que a nada conducían los gestos crispados, ni los roncos insultos, ni las amenazas de comisura encallecida. Que la osadía del jugador que aportaba otros diez naipes opacos pero contundentes, sólo podía ser apagada por otros naipes de mayor enjundia y nobleza. Que aquella brillante combinación de pareja y trío, en un baile erótico de comedia porno, sólo podía ser detenida en su calentura por la magia de un póquer. Naipes sobre naipes.

Papeles sobre papeles. Datos sobre datos. Sólo así se sale con vida de una timba comprometida.

Ha sido Antonio Bálmont quien con gesto contundente ha ido desplomando sobre el rectángulo la carga de sus naipes avalados por su entidad, su consistencia, su propio peso. Era lo que yo pedía ante el tumulto organizado en torno a la mesa.

El silencio reinante puede ser definitivo. O no. ¿Hay alguien que tenga ese repóquer que deje espatarrado al que ha dejado sus cartas como un abanico sin mensaje?

Me da la sensación que el arte de Bálmont, aliado con su saber avalado por la constancia en la organización de sus bazas y protegido por la suerte –que la suerte es la estrella fugaz de los picadores de las minas de los documentos ignorados o perdidos - va a hacer que todos cuantos estaban en esa partida de la Historia vayan tirando sus naipes inútiles, reprimiendo su imprecación que les justifica ante la derrota pero no ante la evidencia que no hay más remedio que admitir.

El humo se disipa. Las coristas van a lo suyo. Las lámparas van cerrando los párpados. Sobre la mesa quedan refulgiendo esos naipes tan definidores.
No estamos ante la ruleta. No hay voz que diga: “¡No va más!”
Pero la verdad es que no va más.
-------------------------------------------------------------------------------------------
D. Félix Martialay.
Es una de las firmas más prestigiosas y reconocidas de este deporte en España. Ha recibido la Insignia de oro de la RFEF por su contribución al conocimiento de la Historia de nuestro fútbol, es vicepresidente del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE) y también miembro del Centro de Investigación de Historia y estadística Mundial (IFFHS). Es autor de libros tales como: “75 aniversario de la RFEF”, “España en la Eurocopa” (en colaboración); “Las grandes mentiras del fútbol español” (en colaboración), “Implantación del profesionalismo y nacimiento de la Liga”, “Amberes”, “Aquellos domingos de Gloria”, “Todo sobre la Selección Española”, “Atlético de Madrid”,y otros ….

No hay comentarios:

Publicar un comentario